Una noche de Octubre
Hace once años, un día de junio de 1996 en la plaza de toros de Benidorm, fui a ver a los Héroes del Silencio en directo. Poco después anunciaban su separación, y por como quedaron las cosas entre algunos de sus miembros y la posterior carrera en solitario de Bunbury, no parecía muy probable que volvieran a reunirse.
Este año anunciaron una nueva reunión, lo justo para realizar una pequeña gira mundial. Al principio en España solo se contrató un único concierto en Zaragoza, pero las entradas se agotaron en apenas unos minutos y decidieron tocar un segundo día. Volvió a ocurrir lo mismo. Luego se contrató otra actuación en Sevilla y en menos de una hora volvieron a venderse todas las entradas, con lo cual estaba claro había gente que se quedaba sin poder verlos. Finalmente se anunció un concierto, el último, en el circuito de Cheste (Valencia) con capacidad para más de cien mil personas, para que nadie se quedara sin poder verlos. Y tras los intentos infructuosos de conseguir entradas para el resto, por fin pude comprar para este.
Ayer por la mañana se anunciaba en los medios que las entradas vendidas superaban la cifra de ¡¡80.000!! En ese momento me vino la visión de aquella lejana actuación en Benidorm, en la que no llegaríamos a las 300 personas y pudimos verlos a pie del escenario y ya me imaginaba que en esta ocasión lo tendríamos realmente difícil para poder distinguir algo y que tendríamos que conformarnos con mirar alguna de las pantallas gigantes que colocarían por allí.
Por motivos que no vienen al caso casi me quedo sin poder viajar ayer a Valencia, pero afortunadamente una llamada de última hora salvó la situación y a las 15h ya estaba de camino. A las 17h todavía estábamos en la autovía en una enorme retención que iba desde Valencia hasta Cheste (parece que no pero 80.000 personas es un montón de gente). Una vez llegados y aparcados junto al recinto nos pusimos a ver los típicos puestos piratas que rondan estos eventos y en los que, por ejemplo, puedes comprar una camiseta por 10 euros mientras que las oficiales en el interior superan los 25. Así que nos cargamos de “merchandaisin” bucanero y nos fuimos a meterle algo al cuerpo. Aquello estaba plagado de puestos de hamburguesas y bocatas de salchicha, chorizo y morcilla. Después de clavarnos 6 euros por bocata y 3 por birra nos pusimos en camino hacia el escenario no sin antes fijarnos en las enormes colas de gente que todavía compraba entradas en las taquillas.
Para nuestra suerte mucha gente andaba de bebercio o comprando material o jugando al guitar hero III en el megastand de 360 que había montado. Así que prácticamente atravesamos de punta a punta el kilómetro y pico de circuito sin mucha complicación. En los últimos 100 metros la cosa ya se ponía más difícil y desistimos cuando ya estábamos a menos de 50 del escenario. Y allí nos quedamos de cháchara con otros frikifans hasta que llegaran las 21h.
Es difícil describir el espectáculo de luz y sonido que vivimos anoche. Las enormes pantallas, los increíbles juegos de luces, el espectacular sonido (me consta que los del final no lo oyeron tan bien, lástima). El escenario era una pasada, con una larguísima pasarela que terminaba en una zona circular que teníamos a pocos metros de nosotros con lo cual varias veces tuvimos a los miembros del grupo a nuestro lado, incluido a Pedro Andreu, puesto que del fondo de la plataforma surgía otra batería. ¡IMPRESIONANTE!
Y musicalmente… que puedo decir, son los Héroes, son animales de directo, y aunque algunos han pasado años alejados de los escenarios estuvieron impecables en todo momento. No puedo destacar a uno de los Héroes sobre otro, todos estuvieron soberbios. Quizá, como siempre, a los que menos se aprecia es a Pedro Andreu y a Joaquín Cardiel, siempre precisos y sin alardes en su misión rítmica. La segunda guitarra en manos de Gonzalo Valdivia (hermano de Juan) ha sido el punto más controvertido, muchos echamos de menos a Alan Boguslavsky, pero me parece innegable que es un estupendo guitarrista. Juan Valdivia, el maestro, sigue estando en plena forma, su guitarra no ha dejado de imprimirle ese sonido característico a la música de los zaragozanos. Y Bunbury, estuvo estupendo, bastante mejor que en los dos últimos conciertos que vi suyos en solitario, en los que estaba tan hasta el culo de sustancias psicoactivas que más que moverse se tambaleaba, por no decir que le costaba cantar, todo lo contrario que ayer, que corría de un lado a otro del escenario y la pasarela animándo al público y cantando como hacía mucho que no le oía.
Y todavía no he dicho que nos dieron 3 horas de concierto, ¡3 HORAS! ¡MÁS DE TREINTA CANCIONES! No tengo ninguna pega hacia el repertorio, tocaron los temas más conocidos y que todos esperábamos escuchar junto a un montón de canciones que pocas o ninguna vez han tacado en directo: El Estanque, Oración, Tesoro, Despertar, Fuente Esperanza y En Brazos de la Fiebre.
Con cada canción en las pantallas salían imágenes y vídeos relacionados con el tema. Por ejemplo, en casi todas las canciones del Espíritu del Vino aparecían motivos orientales y en las del Mar No Cesa imágenes marinas o relacionadas con el agua (Mar Adentro, El Estanque, No Más Lágrimas, La Lluvia Gris). Vamos que todo el montaje fue increíble.
Tras retirarse y volver hasta tres veces en los bises, Bunbury hizo memoria y recordó aquellos tiempos de locales y pequeños escenarios y que se sentía abrumado con tal cantidad de gente que había acudido allí y que les hacía sentirse queridos. Pero nos recordó que esto era el final, el último concierto, mientras se le escapaban unas lágrimas antes de tocar, entre imágenes de cuadros de Goya, En Brazos de la Fiebre.
Luego a intentar asimilarlo y volver a casa tras una retención de tres horas, pero esto es otra historia.
posted by Ramón Orts @ 8:42 p. m.
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