La persistencia de la memoria
Todos tenemos secretos, cada vez menos porque, como cantaban los Queens of Stone Age, se ha perdido el arte de guardar un secreto. Aun así tenemos alguno, aquellos que solo han sabido nuestras parejas o esos que solo contamos a un amigo, y queremos creer que ellos no cuentan a nadie más. Pero quiero hablaros de los verdaderos secretos, los que no sabe nadie aparte de nosotros, los que jamás saldrían de nuestra boca porque nos avergüenzan tanto que seríamos incapaces. Yo no tengo esos secretos.
Supongo que ahora mismo estaréis pensando que o bien os estoy mintiendo o que tengo la lengua tan suelta que ni algo tan íntimo puedo guardar. La respuesta es no a ambas. He tenido y tengo secretos, en concreto uno, que aunque hayan pasado tantos años todavía resuenan en mi conciencia y me quitan el sueño. He sentido tantos remordimientos que no volvería a hacerlo. Quizás a otros no les parecieran tan terribles, pero soy yo el que tiene que soportar a mi conciencia y es realmente persistente. También soy consciente de que ese es uno de esos fantasmas que llevo a cuestas y que más me ha ido cambiando el carácter con el tiempo (como comentaba hace un par de entradas). La cuestión es que desde hace años no lo se solo yo. Por ironías de la vida fue a averiguarlo una chica a la que apenas conocía en ese momento y para más inri no nos caíamos demasiado bien. No os podéis imaginar como estaba yo, quería que la tierra me tragara o un rayo me partiera en dos, lo que fuera más rápido.
Después de una semana cruzándonos y no saber donde meterme o hacia donde mirar, una manita me golpeó en la espalda para que me girara, era ella.
-¿A que hora terminas?
-Esto…. A las diez.
-Te espero en la puerta –y se fue.
Aquella noche fuimos paseando uno al lado del otro sin hablar, hasta que ella se sentó en los escalones de un edificio y me señaló que hiciera lo mismo. Comenzó a hablar, y hablar, durante una hora no paró y yo la escuchaba atentamente. No me recriminó nada, no habló de mi secreto. Me contó el suyo. Como le afectaba, como lamentaba no poder volver al pasado y cambiarlo todo. Solo se arrepentía de una cosa en la vida y era de aquello. Lloró amargamente. Cuando quise darme cuenta la estaba abrazando. Se secó los ojos, intentó sonreír y me dijo “ya estamos en paz” y se marchó.
Con el paso del tiempo han aumentado los secretos que nos hemos contado, y estoy seguro de que lo siguen siendo, nadie de su entorno ha sabido que existo, ni nadie del mío que existe ella. Hasta ahora.
Hace tiempo que ella se fue a vivir con su novio a una isla, a una casita con jardín que ha tenido que vallar para que no se le escapen los erizos y desde donde ve ponerse el sol. Por eso últimamente no hablamos mucho, solo cuando baja al pueblo a comprar, se conecta a un ordenador y si coincidimos nos saludamos, nos preguntamos cuatro tonterías y poco más.
Cuando suena el teléfono y veo su nombre en la pantalla ya se que está en Alicante visitando a la familia. Quedamos, paseamos, hablamos y parece que no haya pasado el tiempo. Este sábado sonó el teléfono y en la pantalla ponía su nombre. Fuimos al cine. Creo que la primera vez que íbamos juntos y mira que hablamos de películas. Luego fuimos a un exótico y solitario pub, nos tumbamos en el rincón y fuimos acabando copa tras copa mientras hablábamos de esto y de aquello.
-Dentro de un momento llamará mi novio y me preguntará que hago y con quien estoy. No quiero mentirle más.
-Pues dile la verdad, que estás con un amigo.
-Me preguntará que amigo es y que porque nunca le he hablado de ti. Además aunque él también te conociera se seguiría poniendo un poco celoso.
-Vaya, creo que he oído eso antes.
-¿Alguien te ha dicho lo mismo?
-Al menos la parte del novio celoso. Y no sería la primera vez que pierdo contacto con una amiga al echarse pareja.
-Ahora cuando llame le contaré la versión corta. Cuando vuelva a casa ya se lo contaré todo. Pero se va a molestar, lo sé.
-¿Todo?
-Bueno, le diré como te conocí, que tipo de amigo eres y el resto seguirá entre tu y yo.
-Vale… entonces ¿puedo hablarle a mis amigos de ti?
-Claro.
-¿Sabes? Hay algo de todo esto que me recuerda a Lucía y el sexo.
-Pues porque no me has visto en moto por la isla, que si no te cagas.
QOTSA - The Lost Art of Keeping a Secret
Supongo que ahora mismo estaréis pensando que o bien os estoy mintiendo o que tengo la lengua tan suelta que ni algo tan íntimo puedo guardar. La respuesta es no a ambas. He tenido y tengo secretos, en concreto uno, que aunque hayan pasado tantos años todavía resuenan en mi conciencia y me quitan el sueño. He sentido tantos remordimientos que no volvería a hacerlo. Quizás a otros no les parecieran tan terribles, pero soy yo el que tiene que soportar a mi conciencia y es realmente persistente. También soy consciente de que ese es uno de esos fantasmas que llevo a cuestas y que más me ha ido cambiando el carácter con el tiempo (como comentaba hace un par de entradas). La cuestión es que desde hace años no lo se solo yo. Por ironías de la vida fue a averiguarlo una chica a la que apenas conocía en ese momento y para más inri no nos caíamos demasiado bien. No os podéis imaginar como estaba yo, quería que la tierra me tragara o un rayo me partiera en dos, lo que fuera más rápido.
Después de una semana cruzándonos y no saber donde meterme o hacia donde mirar, una manita me golpeó en la espalda para que me girara, era ella.
-¿A que hora terminas?
-Esto…. A las diez.
-Te espero en la puerta –y se fue.
Aquella noche fuimos paseando uno al lado del otro sin hablar, hasta que ella se sentó en los escalones de un edificio y me señaló que hiciera lo mismo. Comenzó a hablar, y hablar, durante una hora no paró y yo la escuchaba atentamente. No me recriminó nada, no habló de mi secreto. Me contó el suyo. Como le afectaba, como lamentaba no poder volver al pasado y cambiarlo todo. Solo se arrepentía de una cosa en la vida y era de aquello. Lloró amargamente. Cuando quise darme cuenta la estaba abrazando. Se secó los ojos, intentó sonreír y me dijo “ya estamos en paz” y se marchó.
Con el paso del tiempo han aumentado los secretos que nos hemos contado, y estoy seguro de que lo siguen siendo, nadie de su entorno ha sabido que existo, ni nadie del mío que existe ella. Hasta ahora.
Hace tiempo que ella se fue a vivir con su novio a una isla, a una casita con jardín que ha tenido que vallar para que no se le escapen los erizos y desde donde ve ponerse el sol. Por eso últimamente no hablamos mucho, solo cuando baja al pueblo a comprar, se conecta a un ordenador y si coincidimos nos saludamos, nos preguntamos cuatro tonterías y poco más.
Cuando suena el teléfono y veo su nombre en la pantalla ya se que está en Alicante visitando a la familia. Quedamos, paseamos, hablamos y parece que no haya pasado el tiempo. Este sábado sonó el teléfono y en la pantalla ponía su nombre. Fuimos al cine. Creo que la primera vez que íbamos juntos y mira que hablamos de películas. Luego fuimos a un exótico y solitario pub, nos tumbamos en el rincón y fuimos acabando copa tras copa mientras hablábamos de esto y de aquello.
-Dentro de un momento llamará mi novio y me preguntará que hago y con quien estoy. No quiero mentirle más.
-Pues dile la verdad, que estás con un amigo.
-Me preguntará que amigo es y que porque nunca le he hablado de ti. Además aunque él también te conociera se seguiría poniendo un poco celoso.
-Vaya, creo que he oído eso antes.
-¿Alguien te ha dicho lo mismo?
-Al menos la parte del novio celoso. Y no sería la primera vez que pierdo contacto con una amiga al echarse pareja.
-Ahora cuando llame le contaré la versión corta. Cuando vuelva a casa ya se lo contaré todo. Pero se va a molestar, lo sé.
-¿Todo?
-Bueno, le diré como te conocí, que tipo de amigo eres y el resto seguirá entre tu y yo.
-Vale… entonces ¿puedo hablarle a mis amigos de ti?
-Claro.
-¿Sabes? Hay algo de todo esto que me recuerda a Lucía y el sexo.
-Pues porque no me has visto en moto por la isla, que si no te cagas.
QOTSA - The Lost Art of Keeping a Secret
3 Comments:
Una de mis canciones favoritas...
Secretos, creo que soy bastante buena guardándolos, teniendo en cuenta que durante 25 años tuve que guardar las apariencias con la familia de mi padre para que no supiera que yo soy su hija bastarda (como tu espada).
Una vez, cuando tenía 6 años o así, le dije a una azafata quién era mi padre. Mi madre me comió tanto la bola con que lo que había hecho podría dañar a mi padre, que desde entonces cuando alguien me confía un "secreto", ahí lo guardo y normalmente no vuelvo a hablar del tema, ni siquiera con la persona que me lo ha confiado... porque no sé si va a hacer bien o mal. Ante la duda, mejor dejar el agua correr y hacer como si nunca me hubieran dicho nada.
Secretos, tengo pocos. El más gordo, se destapó por un desliz de mi madre y nunca podría haber sido más feliz, después de 27 años, mi hermana Esperanza sabe que existo, quién soy y me quiere. Y yo la quiero.
El otro... bueno, el otro se lo confié a mi entonces novio y mi mejor amigo. Más que un secreto, era un fantasma que con cariño y un trapo mojado (como las manchas en prendas delicadas) se ha ido.
Y si en los últimos 10 años hubiera tenido alguno, como todo se lo cuento a Pablo y él es un poco marujo, seguro que ya lo conocéis todos.
I know the art isn't gone and I'm taking my song to the grave...
Un beso...
Estoy de acuerdo con Pablo. La historia es tan enigmática como bonita. Y el caso es que parecías tan gélido y distante...
Tienes suerte de poder tener a alguien de confianza.
Pablo, no es que no entiendas nada es que no digo lo que no hay que decir y tu eres un marujo que lo quieres saber todo, como bien dice MJ XD
MJ, ten por seguro que estamos al corriente de todos los detalles de todo de los últimos 10 años, jia jia jia. En serio, me alegra mucho que ya no haya ese secreto entre vosotras. Supongo que ahora es algo que podría hacer más bien que mal entre hermanos.
Sr./Sra./Srta. Anónimo, gélido yo? se que puedo parecer distante, que a menudo estoy absorto en mis pensamientos, incluso que por eso pueda parecer frio, pero en cuanto se me conoce bien es evidente que dabajo de la corteza soy un bollito esponjoso recién sacado del horno.
Así que supongo que usted y yo solo somos conocidos o que no hemos llegado a ser tan íntimos, porque reconozco que a veces me cuesta darme pero eso también depende de la otra parte, Sr./Sra./Srta. Anónimo.
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